martes, 16 de abril de 2013

Reflexionando aquí...


Hace días que estoy por escribir esto y no me decidía. Quizá no quería sentar una posición al respecto, pues con total sinceridad, me sentía bastante desesperanzado después de ver todos los acontecimientos que han ocurrido en este país desde el pasado 7 de Octubre, y ni se diga después de la muerte del Ex presidente Chávez. Sin embargo las manifestaciones producidas de ambos lados desde el domingo me han animado a escribir estas sencillas líneas.

Tengo que empezar declarando que estoy muy cansado… Estoy cansado de este clima de tensión. Estoy cansado de tener miedo. Estoy cansado de que en las redes sociales lo único que lea sean comentarios acerca de política, en su mayoría descalificando e insultando abiertamente, bien sea al oficialismo o la oposición. Estoy cansado de leer cosas como: apátrida, traidor, chavista, bruto, ignorante, y un largo etcétera que todos conocemos bien.

Yo nací hace 34 años en un país donde había Adecos y Copeyanos, Caracas y Magallanes, cerveza Polar y Cerveza Brahma, Nintendo y Playstation, y cada quién decidía lo que mejor le parecía pero nadie se caía a insultos por eso. Realmente lo de Chavistas y Opositores tiene un poco menos de 14 años, así que es relativamente nuevo si lo comparamos con la historia de nuestro país, pero cómo se nos ha metido en lo más hondo del pecho. Yo digo que ya es hora de quitarnos esa moda, que me parece bien fea por cierto.

Quiero invitar a todo el que lea este artículo, de la orientación política que sea, del color que sea, del equipo de fútbol que sea, de la orientación sexual que sea a que diga BASTA. Basta de esta desunión que nos enseñaron, porque no nos vino de nacimiento y mucho menos la pedimos. Basta de mirar al de al lado como si fuera inferior a mi porque piensa distinto. Basta de ese resentimiento contra mi vecino o contra el señor del carro o de la moto que está compartiendo la cola de todos los días.

Somos un país en el que todo el mundo sabe siempre lo que es mejor. Donde tenemos siempre una crítica preparada, pero casi nunca aportamos una solución. Donde siempre buscamos tener la razón, pero casi nunca sale una disculpa de nuestra boca si estamos errados. Donde el generalizar se ha convertido en el pan de cada día y el pensamiento absoluto es lo que rige nuestra vida: “Si es Chavista es malo y está equivocado”, “Todos los opositores son unos intransigentes”, “Todos los Chavistas son unos brutos sin educación”, “Los opositores son unos golpistas”. Lo siento mi gente pero yo tengo amigos y familiares que son chavistas y también tengo amigos y familiares que son de oposición, y no por eso los dejo de querer más o menos, aunque en ocasiones esté en desacuerdo con alguno de ellos, porque gracias a Dios tengo capacidad de raciocinio y puedo discriminar lo que yo desee, y estar de acuerdo con lo que me parezca y en desacuerdo con lo que no. Eso es lo hermoso de vivir en un país democrático y libre. Repito, no hay nada que me parezca más peligroso que generalizar y meter a todo el mundo en el mismo saco.

Pienso que el camino para mejorar nuestra calidad de vida no lo decide un presidente, o un gobernador o un alcalde, lo decidimos nosotros mismos, pero hay que trabajar por ello y colaborar para que se logre. No podemos esperar que nuestros gobernantes resuelvan todos nuestros problemas porque no lo van a hacer, y lamento que alguien se sorprenda con mis palabras, pero así es. Ni Capriles, ni Maduro, ni Evo, ni Obama, ni el Papa hacen milagros y resuelven los problemas de la gente. La gente resuelve sus propios problemas. Y les voy a decir algo más: Es hora de empezar a ser ciudadanos y dejar de ser habitantes de este país. De nada sirve que usted vote con la mayor alegría, entusiasmo y esperanza en uno u otro candidato si usted no ayuda a construir país. Si usted exhibe con orgullo una franela de un color, pero no le da los buenos días a su vecino. Si usted se pone esa camisa vino tinto para gritarle al mundo que usted es venezolano a mucha honra y no le cede el paso a una señora que quiere cruzar la calle. Si usted grita consignas para un lado y para otro con todo el sentimiento que le cabe en el pecho, pero después de la concentración deja la calle hecha un destrozo y llena de basura. Vote sí, pero haga valer su voto demostrando que a usted le importa su país. No se coma la luz del semáforo, no se colee, entregue correctamente el vuelto, salude y despídase al entrar a algún lugar. Yo le garantizo que si usted le sonríe al mundo el le devolverá una sonrisa, así como también le garantizo que si usted lo que le ofrece al mundo es agresividad probablemente reciba lo mismo.

Si unos pocos empezamos a colaborar y a cambiar esta realidad podemos ser multiplicadores de este fenómeno. No digo que sea fácil, pero tampoco me parece imposible dejar de insultar a la gente o de descalificarla. No me parece muy complicado decir buenas tardes al montarse en un ascensor, o esperar 10 segundos más hasta que el semáforo cambie de rojo a verde. Yo estoy dispuesto a hacerlo por mi país y por su gente, no por un político de un partido u otro, que al final pasarán a la historia como buenos o malos gobernantes, pero la calidad de vida permanecerá por siempre si le damos una oportunidad.

jueves, 27 de enero de 2011

Pateando en la radio

Saludos queridos lectores. Lamento muchísimo haberme desaparecido por tanto tiempo, pero en verdad tengo que reconocer que el asunto del blog me quedó grande, respecto a publicar con cierta regularidad. Sin embargo esto no quiere decir que las ideas acerca de posibles artículos no se encontraran latentes, todo lo contrario. El inconveniente fue la falta de tiempo o de inspiración para publicarlas como es debido.

Dicho esto traigo a ustedes una inquietud que me ha carcomido las entrañas durante unos cuantos días y que definitivamente hoy hizo explosión y, por lo tanto ya no puedo permanecer en silencio por más tiempo.

El episodio que voy a contar involucra a muchísimo público diariamente y tiene que ver con las personas que trabajan en las emisoras de radio en Caracas, más específicamente los conductores, narradores y comentaristas de dichas estaciones.

En estos momentos cualquiera me podría decir: "Muchacho, ¿Qué haces tu oyendo radio?". La "económica" tecnología tiene respuestas suficientes desde hace mucho tiempo para evitar escuchar lo que se le ocurra decir a cualquier loco en la radio, bien sea un programa de entrevistas o una deliciosa cadena nacional que aderece la cola de las 3 de la tarde en la autopista sin tener aire acondicionado. Pero el asunto es que al disponer de un vehículo que podríamos llamar "clásico" (pa no decirle carro viejo) no tengo esa ventaja, y nada más dispongo de la compañía de la radio para acompañarme en el trayecto casa-trabajo, trabajo-casa.

Las disposiciones legales que rigen a los medios actualmente estipulan que las emisoras radiales deben colocar una cantidad de horas de música venezolana folclórica cada día. Esto normalmente ocurre en los horarios en los que la gente NO escucha la radio, es decir a las 5 de la mañana. Lamentablemente yo si la escucho porque esa es la hora en la que tengo que estar trasladándome a mi trabajo para poder llegar a tiempo.

En la variedad de géneros musicales (merengue, salsa, vallenato, pop, rock, etc.) hay música buena y música mala, y no me refiero solo a cuestión de gusto. Me refiero a calidad, que podríamos medir en creatividad, ejecución instrumental, talento del cantante, incluso a veces hasta afinación del mismo. Claramente la música venezolana no escapa de dicha clasificación, y tristemente tengo que decir aquí que la mayoría de la música folclórica que escuchamos hoy día en la radio cae en lo chabacano y niche. Sin embargo, hay una emisora (cuyo nombre no voy a mencionar por decencia) que transmite un programa de corte educativo/cultural  que coloca muy buena música folclórica, y esta es la razón por la cual la escucho todos los días en la mañana.

El asunto es el siguiente: Considero que cuando uno está escuchando un programa, que ellos mismos definen como educativo, la información aparte de ser cuidadosamente investigada, debe ser CORRECTAMENTE TRANSMITIDA. No se puede pretender hablar de historia para que la gente piense que uno es culto y no hablar correctamente.

Ha ocurrido desde hace unos días que el conductor de dicho programa, que generalmente ofrece temas interesantes, me sorprendió con unas cuantas perlas a la hora de pronunciar. Lógicamente pensé que al estar leyendo el guión de dicho programa pueden cometerse errores, pues es de humanos errar, y atribuí el desliz al editor del programa, que al no darse cuenta lo dejó pasar y el programa salió de esa forma al aire.

Sin embargo el día de hoy no pude atribuirlo más que a la ineptitud del conductor. El programa de hoy se trataba de la historia de los perfumes. En un momento dado se escucha la siguiente frase:

"La invención de los unguetos fue muy importante para bla bla bla..."

En ese momento pensé de nuevo: "Otra cosa que se le chispoteó por leer muy rápido", "Estúpida secretaria que le transcribe los textos que no colocó la diéresis a la U", "Coño, y se comió la N también"

El programa continuó, y a los 2 minutos volvió otra vez a la carga:

"Se popularizó el uso de los unguetos..."

Allí mi paciencia se agotó. Ya no puedo salvar más el cuello de este señor que, quizá pueda equivocarse una primera vez, pero equivocarse de una manera tan obvia una segunda vez ya raya en la idiotez. Así y todo dudé. Preferí buscar en el diccionario de la RAE para ver si la palabra Ungueto existe como un barbarismo o algo así, y mis sospechas fueron absolutamente confirmadas al recibir un contundente: "No existe dicha palabra en el diccionario".

Ahora yo me pregunto, este señor puede ser un tipo muy inculto quizá, pero por favor, ¿Nadie revisa el fulano programa antes de que salga al aire? ¿No hay un editor? ¿No hay un tipo responsable de esa emisora?  Y así fuera un barbarismo, por favor, ¡ES UN PROGRAMA EDUCATIVO!

Cualquiera ahora me va a decir, bueno mijo, si no te gusta no lo escuches. No es cuestión de gusto o no, es una cuestión de como las personas obtienen información distorsionada, y como, a pesar de que debería haber algún canal que revise que esto no pase, no hay ningún control al respecto. Podría citar unas cuantas perlas más de otros programas de la misma y de otras emisoras caraqueñas pero entonces el post sería de 12 o 15 páginas y me parece que es suficiente con un sólo ejemplo para demostrar tranquilamente como se puede patear a la ciudad tranquilamente desde una emisora de radio.

viernes, 4 de junio de 2010

Patean-do en Zig Zag

Inicio esta nota con un sentimiento de compasión y de pura lástima. Y estas emociones vienen dadas por mis observaciones al respecto de las pobres almas desorientadas de los caraqueños.

¿Desorientadas por qué? Bueno, porque los pobres conductores, haciendo un énfasis especial en los que conducen taxis y autobuses, no parecen nunca saber hacia donde se dirigen. Esta es la única razón que se me ocurre para explicar el por qué los caraqueños manejan como si estuvieran haciendo zig zag entre canales.

No sé si la tendencia de cambiarse de canales es algo inherente a la naturaleza humana, pues he visto personas que también se cambian de fila en la cola para comprar las cotufas en el cine, o para pagar en el supermercado. El problema al estar conduciendo viene dado cuando la persona decide cambiar de canal sin fijarse si dicho canal ya está ocupado. Si esto ocurre (normalmente es así), vienen los inevitables cornetazos, mentadas de madre, peleas callejeras y rayas en parachoques, puertas o incluso choques de los que llaman estúpidos que tienen un costo directo de unos cuantos cientos de bolívares, pero cuyos costos indirectos son absolutamente incalculables, pues producen retrasos en las principales vías de la ciudad de unas cuantas horas para miles de personas.

La técnica empleada por los choferes de autobús es la que vulgarmente conocemos como "Lanzar el autobús" al carro que venga circulando a su lado. Si uno está pendiente sencillamente clava los frenos, toca corneta, murmura o grita según su estado de ánimo, y termina "otorgando" el derecho a vía. En lo personal ya estoy tan acostumbrado al asunto que el proceso de frenado ya carece del resto de los elementos. Todavía yo no he logrado descifrar si para un autobusero es un honor que los demás carros le toquen corneta, o tiene un contador de cornetazos que le da dinero por cada uno que reciba o sencillamente ese es su papel higiénico.

La práctica de este hábito se ha visto un poco mermada en las autopistas por cortesía de los motorizados, que se trasladan por su vía rápida exclusiva, y que si llegan a ver a alguien pisando su sagrado territorio de circulación tocan su corneta, te golpean el retrovisor o incluso hasta te golpean el vidrio del carro, y de verdad una de las cosas que más atemoriza en la actualidad es que se baje un bicho de esos a darte de golpes con el casco en el capó o en el parabrisas del carro. Sin embargo si es muy temprano y la autopista está despejada los conductores aprovechan la libertad existente y circulan haciendo bonitos actos de acrobacias tales como cambiarse del canal lento al rápido de un solo volantazo sin pisar el freno (lo que mi amigo Enrique llamaba "Hacer un Olímpico") y cosas por el estilo. Imagino que la experiencia debe ser más gratificante si se tiene un camión de ocho ejes.

Otro de los cambios de canal a resaltar definitivamente es el cambio para "comerse la cola". Cada vez que lo veo no puedo evitar reírme de lo bruto que es el conductor que lo hace, y pido perdón si ofendo a alguien, pero es que es el adjetivo que mejor le corresponde sin caer en lo vulgar.

Este tipo de cambios los veo con muchísima frecuencia en la carretera Panamericana, cuando hay muchísima cola y en la autopista Valle Coche. El protagonista decide cambiarse de canal violentamente a una parte donde la vía es más ancha, tipo un refugio, un mirador o cualquier pedazo que vaya fuera de la vía, de modo que logra adelantar unos 20 o 30 carros para incorporarse de nuevo a la cola en el canal regular. En momentos de ocio en las colas cuando veo estos episodios no puedo evitar preguntarme: ¿Será orgásmico?, Ajá guevón y ahora ¿qué vas a hacer con los 3000 carros que te quedan por delante?, ¿Este gafo se dará cuenta de que está trancando más la vaina?.

El martes pasado llegué al máximo de mi regocijo cuando me encontraba en una cola bastante fuerte en la autopista Valle Coche a la altura de la bomba del Fuerte Tiuna, que es uno de los sitios por excelencia que aprovechan los "comecolas". Veo a una cantidad de personajes de estos entrando a la bomba para adelantar un poco, cuando de pronto me doy cuenta que vienen vehículos retrocediendo por dicha entrada. En un primer momento fui bastante estúpido como para pensar que alguien se había arrepentido de lo que estaba haciendo, hasta que me di cuenta de que el éxodo en retroceso era masivo. Al adelantar un poco más pude ver como un soldadito, con un fusil más grande que él, cuidaba una cantidad de conos que cerraban el paso a los coleones. Solo se podía salir de la bomba si se había echado gasolina. Por cierto tengo que destacar que el amigo soldado no dejó pasar a nadie y mandó a regresar a todo el mundo de manera contundente y sin derecho a réplica. Me sentí satisfecho. Creo que era una especie de cura a la impotencia que da ver a estos individuos hacer lo que no deben, y una sensación de venganza cumplida se depertó en mi interior.

Mis ganas de aplaudir se desvanecieron casi instantáneamente cuando por mi mente cruzó el pensamiento de que no es posible que a la gente tengan que ponerle una ametralladora en la cara para que cumpla con sus deberes ciudadanos y tengan un poco de consideración por el prójimo al que se encargan de patear a diario, bien sea en zig zag o derechito y por todo el medio.

viernes, 21 de mayo de 2010

Patean-do en Aerosmith

Luego de casi 2 años de espera, finalmente el público de Caracas tuvo la oportunidad de presenciar el espectáculo de una de las bandas norteamericanas de mayor trayectoria y proyección a nivel mundial.

El concierto, al que tuve la fortuna de ir, se realizó el lunes (sí, leáse bien, LUNES, comienzo de semana, día laboral, etc, etc) 17 de mayo en el espacio del estacionamiento del Poliedro de Caracas. Si leemos la prensa y los comunicados de la empresa organizadora, podrán informarse respecto a que el espectáculo fue excelente, con un tremendo juego de luces y una banda que, a pesar de las edades de sus integrantes, puso todo su empeño y energía para que el público disfrutara de un excelente show, que se caracterizó por pasearse por sus grandes éxitos de siempre.

Sin embargo, esta entrada no está aquí para hablar respecto a todo eso, sino para contar las cosas que pude presenciar ese día y que no van a poder encontrar en ningún otro lado.

Para empezar tengo que decirles que la tarde del lunes amenazaba con lluvia. Llegué en Metro hasta la estación "La Rinconada" para ir a hacer la cola de entrada, aproximadamente a las 4 y 30 de la tarde. Llevaba ya unos 10 minutos caminando hacia el final de la cola, y podía ver como había muchos efectivos de la policía (todos sabemos de cual) vigilando el orden en la cola o que se yo qué. También me llamó la atención que pasaban algunas personas que no tenían ninguna identificación de la empresa organizadora del evento y que, a todo pulmón, ofrecían el siguiente servicio:

"Dame 20 y te paso sin hacel la cola"

No entendía que clase de servicio especial era este, pero por lo visto estaba siendo solicitado por muchas personas, porque habían varios señores que lo ofrecían. El misterio quedó aclarado al rato.

Después de que me incorporé a la fila junto a unos amigos que estaban allí más temprano (es decir, me coleé) y caminar de nuevo unos 10 o 15 minutos haciendo la fila para entrar pudimos observar como, casi en la entrada donde se hacía el primer chequeo de boletos, se trataba de incorporar un nutrido grupo de personas. Al ver esta situación, las personas que andaban conmigo manifestaron su desaprobación al respecto, a lo que la persona que encabezaba el grupo que iba a colearse les dijo que hablaran con la policía.

Al acercarse a la policía, el oficial les dijo varias cosas que no alcancé a escuchar, pero que dejaban bien claro que no iba a aceptar reclamos y que esas personas se estaban incorporando en la fila porque él había dado su aprobación. Acto seguido todos los presentes pudimos observar como iba llegando otro grupo de personas dirigidas por uno de los señores que ofrecía el servicio de "A 20 y te pongo de primero" que se colocaron a un lado de la fila esperando que dicho oficial de policía les diera la oportunidad de incorporarse. Misterio resuelto.

Después de chapotear el resto de la cola sobre una cantidad importante de agua y barro, indicativo de que la amenaza de lluvia se había hecho realidad más temprano en la zona del Poliedro, llegamos al punto de control. Pasamos sin contratiempos, y debo decir que salvo el episodio de destruir nuestros zapatos, esa parte fue bastante rápida y bien organizada. Había varias personas debidamente identificadas con camisas de la empresa organizadora que iban dando instrucciones precisas en voz alta. Lo de los zapatos se pudo evitar si hubieran rodado las rejas de control 50 cms hacia la calle, pero era como demasiado pedir.

Nada más al ingresar me di cuenta de que la buena organización terminaba justo en la entrada. Y digo esto porque tuve que dirigir mi mirada hacia arriba para poder ver la tarima... Así mismo. La tarima estaba en la cima de una pequeña pendiente. Es decir, al revés de como debería estar en cualquier concierto, en donde la tarima debe estar al final de una bajada, para que las personas que van en la parte de atrás puedan ver.

No había tanta gente aún así que avanzamos con facilidad para encontrarnos con que en todo el medio del espacio habilitado para la población con entrada general estaba una gran torre, que asumo contenía las consolas y todos los equipos para controlar las luces, además de las cámaras para poder proyectar el concierto en unas pequeñas pantallas que había a los lados de la tarima.

Después de decidir que colocándonos hacia la derecha íbamos a tener mayor oportunidad de poder ver el concierto nos sentamos en el piso a esperar a que llegara la hora de inicio. Teníamos quizá unos 45 minutos sentados hablando acerca del repertorio que podría tocar la banda y de lo elevado del precio de las cosas dentro del recinto cuando pasó un señor con cara de que estaba haciendo algo malo ofreciendo sus servicios:

"200 y te paso pa VI AI PI"

La oferta era tentadora, pues la diferencia entre el precio de la entrada que yo tenía y la VIP era de 1350 Bs. Sin embargo me pareció demasiado sospechoso el asunto y probablemente había fraude en la oferta del tipo. Unas 8 personas que estaban cerca de nosotros aceptaron la oferta y se fueron con el individuo.

Rato después, cuando empezó a llegar más gente nos dimos cuenta de que el punto elegido inicialmente no era tan bueno como pensábamos, así que decidimos buscar otra localidad desde donde pudiera verse la tarima sin problemas. Nos desplazamos al lado izquierdo del recinto, más o menos a la misma distancia en que estábamos del lado derecho. Al llegar allí comenzó a tocar la banda nacional, y nos pudimos dar cuenta de que efectivamente no íbamos a poder ver nada del concierto si nos quedábamos en ese punto. Decidimos entonces irnos hacia atrás, y para nuestra fortuna conseguimos un punto pegado a la reja que delimita el área del estacionamiento con una montaña, la cual tenía un pequeño muro en el que pudieron subirse las muchachas a ver el show sin que nadie les obstaculizara la visión. La única desventaja del punto es que estábamos colocados justo delante de unas inmensas parrilleras que estuvieron encendidas todo el concierto, y que nos hicieron estar pendientes todo el tiempo de no quemarnos.

Dio comienzo el concierto, y la euforia de la gente ahogaba el sonido de la voz de Steven Tyler. Al bajar el escándalo inicial del público nos pudimos dar cuenta de que con escándalo o no, el sonido era muy bajo. Tan bajo que si me atrevía a cantar mi propia voz me tapaba el sonido del concierto.

Había pasado poco más de una hora de concierto cuando se aproximó un individuo y le pregunta a una de las muchachas que estaba en mi grupo que si podía orinar a través de la reja hacia la montaña en el sitio donde ella se encontraba parada.

Me quedé en silencio 1 segundo tratando de procesar lo que estaba diciendo el tipo, cuando reaccioné para decirle que ni se le ocurriera.

La reacción del individuo fue insistir e insistir. Me dijo que no podía pasar hacia los baños, que tenía muchas ganas de hacer pipí, que no quería echarme a perder la noche y un poco de idioteces más. Por supuesto que al cruzar la tercera palabra me di cuenta de que el tipejo tenía una cantidad de alcohol en su organismo bastante considerable y que me iba a perder todo el concierto discutiendo con él. Cedí con los dientes apretados y de inmediato se incorporó al improvisado "baño" otro compañero de él. Estuvieron bastante tiempo, no conté cuanto, pero suficiente como para que el grupo tocara una canción completa. Cuando se alejaron del sitio, examiné el lugar a ver si lo habían demarcado, y al no ver rastros de sus líquidos fisiológicos, las chicas volvieron a su lugar en el muro. Bastó que se hubieran subido de nuevo allí para que otro individuo se acercara con cara de que iba a pedirme lo mismo. Lo detuve antes de que empezara a hablar con un contudente:

"Pana. Ni si te ocurra"

De inmediato dio media vuelta y se alejó de allí. El concierto terminó sin mayores acontencimientos, así que nos dirigimos en grupo hacia la salida del lugar.

Afuera había muchos vendedores y muchas personas caminando para salir a buscar sus vehículos o para salir del mismo Poliedro hacia la autopista a pie. En el camino pude observar como mi ciudad es el único lugar en el que puede producirse una cola de carros, de motos y de peatones en la misma vía al mismo tiempo. Si hubiera tenido cámara, o si no hubiera tenido miedo de que me robaran, habría tomado una foto del acontecimiento. Tiempo caminando para salir: casi una hora. Supongo que las personas que salieron con sus vehículos tardaron el doble que yo.

Pateadores que se llevan los premios en este evento: La empresa que organizó el concierto, por encargarse de patear la dignidad de los asistentes ofreciendo un servicio de pésima calidad y cobrando por ello precios exagerados. Los policías que contribuyeron una vez más con sus sabrosos guisos a hacer que todo fuera un caos, en vez de hacer su trabajo, pues sé de gente que fue asaltada a la salida, y por supuesto una mención de honor al pana que no pudo llegar a los baños. Al próximo concierto voy en VIP para que me pateen como persona importante.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Patean-do hilachas

Tengo que confesar que este espacio ha cambiado mi manera de ver a la ciudad de Caracas, a sus habitantes y, definitivamente, ha cambiado mi actitud ante las situaciones que vale la pena comentar en las que me veo envuelto en el día a día. Y simplemente es así porque desde que decidí llevar este blog, todos los días me encuentro al acecho de una nueva experiencia anecdótica que pueda traer como relato a este espacio. Pues bien, el día viernes, después de haberme desesperado un poco porque no había conseguido nada acerca de qué escribir ocurrió el tan esperado evento.

Por circunstancias que no vienen al caso en este blog, el día viernes tuve que entrar a una mercería... Si... Una mercería. Deben ustedes, mujeres lectoras de este blog, saber que enviar a un hombre a la mercería es similar a enviar a la abuela de uno a comprar una tarjeta madre para una computadora. Uno, sinceramente, no tiene ni la menor idea de como se llama NADA de lo que está en la tienda, y en verdad es bastante desagradable pasar por ignorante. Además que la vendedora normalmente lo mira a uno de arriba a abajo, con cara de desprecio infinito, como queriendo decir: "Aquí no vendemos ni whiskey, ni cigarros, ni barajitas del albúm del mundial". Pero este no es el punto del relato, sino una pequeña cuña para que tengan consideración y paciencia con los hombres enviados a mercerías o locales del mismo ramo.

Retomando el cuento, cuando llego al local en cuestión me encuentro con que está cerrado, a pesar de ser una hora en la que las tiendas deben estar abiertas en un centro comercial. Y no estoy hablando de que faltaban 10 minutos para las 8 y cerraron temprano, sino de las 4 y 30 de la tarde. Como lo que iba a comprar debía hacerlo sin falta, pues tenía cierto carácter de urgencia, decidí esperar unos minutos para ver si aparecía la persona encargada de la tienda, puesto que las luces de adentro estaban encedidas, por lo que asumí que podía estar en el baño.

Al cabo de unos 6 o 7 minutos aparecieron 2 personas, que con llave en mano, procedieron a abrir la pequeña tienda. No venían precisamente del baño, pues cargaban una bolsa de una tienda de ropa. En ese momento pensé: "¿Por qué tenían que ir las dos a comprar la cosa?, ¿No se supone que deben estar trabajando?". No seguí cavilando al respecto y entré en la tienda. Las dos señoras me miraron con la respectiva cara descrita arriba, pero igual pregunté si tenían el elemento que me habían mandado a comprar, que no era más nada que simple mecatillo. Me responde:

"Si tengo, pero negro"

Quedé algo sorpendido, pues pensé que el mecatillo venía solo en el color tradicional que TODA la vida ha tenido el mecate. La señora me muestra un carrete de un hilo negro bastante finito que, según yo, no es mecatillo, pero como uno se siente tan ignorante al respecto, y a lo mejor es el nuevo mecatillo bolivariano, o mecatillo francés o quien sabe qué cosas no quise discutir con la vendedora.

Le dije que eso no me servía, que necesitaba algo más parecido a una cuerda de vaquero. Me enseñó una cinta de papel, que me pareció que no era más que una bolsa de pan enrollada, pero que podía servir para lo que yo estaba buscando y le pregunté el precio.

"3,5 Bs el metro"

Me pareció carísimo pagar esa cantidad por una bolsa de pan enrollada, pero esta vez tampoco hice ningún comentario. Pedí 1 metro para llevarlo como muestra a la persona que me hizo el encargo, y si daba su aprobación, podía volver a comprar más de ser necesario.

Al momento de pagar llegó el acontecimiento cumbre que me hizo disfrutar al máximo de este episodio. Saco del bolsillo un billete de 50 Bs para pagar los citados 3,5 Bs. La señora de la caja me miró como si hubiera sacado algo muy viscoso, asqueroso y maloliente del bolsillo. Con cara de horror me dice:

"¿No tiene más sencillo?"

Le digo que lamentablemente no tengo absolutamente más nada que ese billete. Me mira con cara de que me está haciendo un favor y me dice:

"Yo tampoco tengo sencillo"

En ese momento la situación me empieza a parecer graciosa y opto por quedarme en silencio esperando que será lo siguiente que hará la vendedora estrella.

Deja de prestarme atención unos 5 minutos mientras le cobra a otra clienta, y luego de hacerlo se voltea y me dice:

"No tengo sencillo mi amor. ¿Cómo hacemos?"

En ese punto tengo que hacer grandes esfuerzos para ocultar lo divertida que me parece la situación. Así que apelando a mis cualidades histriónicas pongo mi mejor cara y tono de voz de inocencia y le digo:

"No sé"

Una vez más vuelvo a recibir mirada de desprecio absoluto, para que acto seguido, la señora se volteara a plantearle a su compañera la "complicada" situación que tenía entre sus manos.

Después de unos dos minutos más, en los que me quedo en absoluto y respetuoso silencio, sólo observando a la "amable" señora, cosa que me parece que la hizo terminar de perder su poca paciencia, decidió abrir su caja registradora y sacar de la misma el vuelto. Dos billetes de 20 Bs, un billete de 5 y 3 monedas de 0,5 Bs.

Finalmente al entregarme el vuelto me dice, supongo que para tratar de hacerme sentir culpable:

"Me estás dejando sin sencillo"

Estuve tentado de decirle algunas cosas respecto a su observación, todas indicando lo poco que me importaba el asunto. Sin embargo no cedí y me retiré del local con mi bolsa de compra.

Ahora me pregunto yo, si soy el cliente del local comercial, y a la señora, asumo yo, le interesa vender mercancia en su tienda, ¿Por qué entonces me pregunta a mí cómo hacemos?. ¿Qué sé yo? ¿No se supone que yo soy el cliente? ¿Entonces por qué se supone que debo yo resolverle el problema a ella?

Definitivamente no puedo decir que fue grosera ni maleducada, pero tampoco puedo decir que estuviera muy interesada en realizar la venta. ¿Quién sabe? Si yo hubiera estado comprando mercancia por valor de 53 mil quinientos bolívares y le pagaba con dos billetes de 50, quizá si se habría visto algo más motivada a darme el vuelto sin ninguna queja.

No puedo generalizar ni decir que en todos los locales comerciales de Caracas dan un mal servicio, porque ese mismo día fui a comprar dos bultos de harina en un supermercado en el Cafetal y me atendieron de manera excelente, amable y diligente. Quizá la señora de la mercería tenga una cartera de clientes exageradamente abultada que compran al mayor y puede darse el lujo de despreciar ventas pequeñas, cosa que respeto pero que definitivamente no comparto, y me enseñó que hay formas muy sencillas de patear a un cliente fuera de su tienda, a la que probablemente no acuda más.